jueves, 27 de noviembre de 2014

Anorexia creativa

Generalmente queremos fórmulas mágicas para tener ideas brillantes. Apuntamos a medir nuestro éxito como creativos en función de los resultados obtenidos. Lamentablemente para hablar de creatividad tenemos que enamorarnos del camino y de todas las circunstancias al rededor de ella.
Imaginate a la creatividad como un aspecto muy poderoso pero MUY delicado de tu propio ser. Personificalo. Dibujalo. Puede ser un nene chiquito y juguetón, inocente, soñador, con MUCHO entusiasmo y liviandad (leer El Camino del Artista, de Julia Cameron), o puede ser un genio como el de la lámpara de Aladino (ver conferencia TED de Elizabeth Gilbert “El Genio de la Creatividad”). Como sea que te lo imagines, dibujalo y tenelo presente. Pegalo en tu lugar de trabajo. Imaginate sus expresiones y reacciones. Acordate de que es muy sensible y necesita tu apoyo.
Ahora bien, cómo imaginás que el potencial de ese niño va a desarrollarse mejor? Tratándolo con amabilidad, o tratándolo con hostilidad?

Normalmente nosotros, adultos eficientes con necesidad de resultados altos en poco tiempo, nos volvemos un poco filosos cuando tratamos con nuestro ser creativo. Le demandamos demasiado y juzgamos todo lo que hace. Nos convertimos en directores de cine profesionales juzgando la audición de un niño. Por este motivo es que es importante generar un ambiente y entorno más lúdico y libre para que ese niño se sienta seguro, y no explotado por una mafia que lo único que quiere es “extraerle el petroleo”.

1. Empecemos por el ambiente físico de trabajo: Nos pasamos la mayor parte del día en un ambiente donde no hay aire natural, ni ventanas abiertas, ni naturaleza, ni elementos lúdicos o de esparcimiento. Se parece más a una cárcel que a una plaza de juegos. En las oficinas convencionales hay luces blancas muy intensas, aire acondicionado, sillas no ergonómicas, escritorios delimitados por paredes a veces oscuras, espacios cubiculares, y una sensación subyacente de juicio y evaluación de parte de nuestros jefes que nos recuerda la amenaza de ser descartados de un momento a otro si nuestro rendimiento no es suficiente a los ojos del “Gran Hermano”. Es como pedirle a una semilla que florezca en una caja de zapatos. No le proponemos las condiciones necesarias para que surja y encima nos enojamos porque no nos da lo que esperamos. Esto es maltrato y opresión. Pensá si te gustaría que ningún niño del mundo (o ser humano de cualquier edad) sea tratado de esta manera.

Si empezamos a generar pequeños cambios para nosotros mismos que provengan desde un espacio de más amabilidad y generosidad, vamos a empezar a ver que nuestro niño mágico asoma de a poco y empieza a animarse a jugar frente a nuestras narices.

Si trabajás por tu cuenta podés salir a un café, o a una librería, o a una plaza. Si trabajás en relación de dependencia podés llevar auriculares y música que te transporte a algún lugar ameno o relajante. Podés llevar dibujos o cuadritos y apoyarlos en las paredes. O incluso podés poner alguna escencia aromática. Llevá hojas y lápices y permitite bocetar a mano haciendo un trabajo más experimental, antes de sentarte a diseñar en Illustrator o Photoshop. Si es posible sugiero cambiar cada tanto el punto de vista o el lugar donde te sentás. Tal vez un día quedes mirando a una pared, pero tal vez otro quedes mirando a algun lugar abierto, o a otras personas. Y en ese juego de alternar la percepción vas a ir descubriendo qué cosas te inspiran o funcionan. Y de seguro al menos vas a generar un movimiento interno muy útil a la hora de crear nuevas conexiones neuronales.
En mi casa, donde escribo, dibujo y trabajo en general, tengo un living con una mesa, dos sofás, y un escritorio. Depende del día o la temporada, depende la temperatura ambiental o la luz que entre por la ventana, voy buscando diferentes lugares. El escritorio apunta a la ventana, a través de la que veo un árbol verde lleno de hojas y algunas florcitas violetas y pajaritos. La mesa tiene 3 sillas. Una apunta al resto del espacio abierto del living y a mi perra cuando duerme en su cucha (mi sillón), otra apunta a una pared amarilla con un cuadro que pintó mi mamá, y otra apunta a la puerta. A veces también me gusta sentarme a bocetar en el sillón.
Buscá alternar tu espacio de trabajo e ir ajustándolo a tus gustos según vos mismo te vayas descubriendo. Poné cosas lindas, elementos bellos que te inspiren y que tengan que ver con vos, flores, escencias, colores, y mantené un grado de orden y limpieza que si bien no recomiendo sea de foto de arquitectura minimalista, tampoco recomiendo sea un caos total.
Importantísimo que tengas ventanas, luz y oxígeno NATURAL. No subestimes el efecto del oxígeno. Acordate de que es el alimento de tus neuronas y sin aire natural y limpio, todas las toxinas que respirás las volvés a inhalar, llenándote de basura y pensamientos viciados, intoxicando los sistemas de tu organismo.

2. Espacio interno y vínculos: Hay una equivalencia más grande de la que uno se imagina entre cómo nos relacionamos con las personas y cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Es decir, las relaciones de las cuales somos parte ya sea en nuestro entorno afectivo o laboral, reflejan el tipo de relación que nosotros tenemos y aceptamos íntimamente con nuestro ser. Somos demasiado exigentes y prejuiciosos con nosotros mismos? Somos altamente competitivos? Nos censuramos? O somos amables y confiamos? Más allá de ser un tema que puede catapultarnos hacia una serie de preguntas de autodescubrimiento y desarrollo personal, mi intención en este caso es que puedas dirigirlas hacia tu ser creativo.
En las relaciones humanas es necesario dar espacio, aceptación total y respeto para que el otro pueda desplegarse. Tu niño creativo necesita que lo ayudes y le des permiso para jugar y divertirse, para experimentar, y que le demuestres que lo aceptás y querés más allá de los resultados vendibles que logres con él.
Es importante no esperar de él productos brillantes, no censurar ideas antes de que surjan, no convertirse en el peor crítico destructivo de sí mismo. La tarea de este niño mágico no es llevarte a la cima del universo y él no tiene idea de éxito social, de finanzas, de jerarquía laboral. Él solo quiere jugar y disfrutar. Y si percibe que lo querés exprimir para sacar de él sólo lo que te conviene, no va a querer salir a hacer lo suyo.
Haciendo consciente este tipo de relaciones con nosotros mismos y con otros, es que podemos redirigir nuestra energía y nuestras decisiones hacia hábitos más saludables y humanos. Podemos notar nuestras tendencias cuando surgen y tratar de ser más amables.

En el proceso de desarrollar relaciones más sanas con nosotros mismos, también estaremos cooperando a una sociedad más generosa y abierta en donde las relaciones no sean transacciones por conveniencia y posesividad, donde las personas no compitan por lograr jerarquías en pirámides verticalistas, sino donde se vaya contagiando el bienestar y la inspiración.


En síntesis, para ser más creativo empezá a hacer que la relación con tu niño mágico interno sea más sana y armoniosa. Lográ que se sienta aceptado y querido más allá de los resultados. Dale tiempo de esparcimiento y experimentación. Dejalo que despliegue su curiosidad. Alimentá sus ganas de viajar y conocer. Cuidalo y defendelo de tu propio juicio y del de los demás. Es una semillita y necesita cuidados para brotar. No lo fuerces; solo creá las condiciones amorosas para que él sólo se anime a salir. Lo único que vos podes hacer mientras tanto es crear un ambiente ameno dentro tuyo y a tu alrededor.

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