lunes, 11 de abril de 2016

Amor, viajes y naturaleza : : La historia de Adam y Katherine

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Glaciar Vespignani - Lago del Desierto - Marzo 2016

Él es alto, gordito, tranquilo, con mirada tierna y sonrisa casi permanente. Ella, eléctrica y velóz tanto para pensar y hablar, como para caminar. Casi da gracia saber que la mayoría del tiempo ella lo está empujando para salir a hacer ejercicio mientras que el 50% de las veces el se niega. Para ella, gastar energía física es casi un imperativo porque la ayuda a descansar mejor. El, en cambio, está siempre en paz, por default, y no necesita exprimirse el día con actividades. El contraste es un show cómico de ver.

A penas nos conocimos empezamos a hablar e inmediatamente conectamos. Y cuando me enteré de que él es inventor de juguetes, automáticamente lo adopté en secreto. "Debe ser mi papá cósmico" -pienso.

Hablamos mucho de la vida, de los viajes, la profesión, la vocación, la felicidad... Adam me cuenta que su hija tiene mi misma edad (31 años) y que está en un proceso de decidir cómo combinar su pasión -la cocina- con un emprendimiento que le rinda a nivel financiero. Dice que pasó por trabajar largas horas siendo infeliz en un trabajo muy bien pago, y por ser pobre con un emprendimiento que le daba inmensa satisfacción personal. De ambos extremos se cansó y ahora está viendo cómo organiza su vida. El dilema se me hace familiar...


En la misma línea, le cuento que yo amo diseñar e ilustrar, pero que no me puedo pasar la vida detrás de un monitor 9 horas por día, ni encerrada en una oficina con aire acondicionado. Le explico que en Argentina es muy normal tener varias aristas, como lo es en mi caso ser instructora de yoga, además de diseñadora gráfica. Sumado esto al detalle, por supuesto, de que en este momento ellos me están conociendo como "guía de trekking" (la arista más jovencita y aún conceptual de quien suscribe). Y también me gusta viajar. Y conocer gente. Y lugares. Y culturas. Soy una persona que ama trabajar con personas y todo lo que deviene de la interacción.
El lo entiende y me sonríe. Empatiza con lo que le cuento. En alguna parte de sí mismo -percibo- nada de esto le es ajeno. Su mirada me indica que está profundamente conectado con lo que le cuento. A modo de predicción y bendición me dice: "los viajes más impresionantes, las mejores estrellas están aún por llegar a tu vida. Lo mejor te va a ocurrir. Lo sé."

Seguimos caminando por dentro del bosque hacia el glaciar Vespignani. Las personas tienen ritmos diferentes, y tu tarea como guía es sincronizarlos (hasta cierto punto, claro está). Muchas veces recurrís a contar datos curiosos del bosque, de los árboles, de la tierra, de la historia del lugar. Esto es por un lado para que empiecen a conocer el entorno y conecten con él; para que aprendan a apreciarlo. A veces es una excusa para que emparejen los ritmos y vayan más lento sin perderse de los detalles.
Casi siempre vas a tener que recurrir a tus habilidades como persona y como ser social para lograr que todo el grupo tenga una experiencia enriquecedora y profunda. He tenido que ser psicóloga, gurú, profesora de yoga y meditación, nutricionista, terapista de parejas, profesora de educación física, councelor, y muchas cosas más. Parece tonto pero ser guía de trekking no solo se trata de definir la velocidad de caminata y que todos te sigan, (o de saber datos tecnicos del lugar) sino de descubrir qué cosas logran interesarlos para establecer una energía que inspire y reúna a todo el grupo. El fin para mi, es que todos se lleven una experiencia de amor, de conexión con la naturaleza y con ellos mismos. NO solo que logren disfrutar de un lindo paisaje, NO caerles simpatica yo, o que quemen calorías.
A veces tenés que hablar más, otras menos. A veces directamente se necesita silencio. A veces decidís acelerar la velocidad de caminata, y a veces bajarla. A veces necesitás muchos chistes y una energía muy alta. A veces necesitás no interrumpir a la persona porque YA está teniendo su experiencia. Pero siempre definitivamente debés ser muy comprensivo y sensible. Cada uno necesita algo distinto y a cada uno hay que hablarle en su propio idioma. A veces, por ejemplo, hasta he tenido que pararme de cabeza en el medio de una caminata (lo juro) para lograr que dos personas salgan de su aceleración, prejuicio y competencia, y empiecen a dejarse llevar. Usas la combinación de factores que crees que necesitas para que cada uno se sienta cómodo y se deje atravesar por la experiencia de la naturaleza prístina.
Como mucho, en este lugar de la tierra en donde yo trabajaba, con media caminata (aproximadamente una hora y media) ya bastaba para las personas se abrieran, confiaran en vos, respetaran y agradecieran el lugar donde estaban y a la gente que los rodeaba, y se predispusieran a vivir una experiencia profunda. Este bosque es mágico y hace cosas mágicas en las personas.

Adam y Katherine tenían ritmos muy distintos entre sí, pero no fue un desafío muy grande el reunirlos en una caminata homogénea. Los dos son muy sensibles y entre los tres se generó un clima de amistad casi de entrada. Noté que se llevaban muy bien y eran supér compañeros a pesar de ser TAN distintos. Uno no suele ver parejas en sus 50s tan afines, respetuosos y amorosos uno con otro, aún en sus diferencias.

"A nosotros nos encanta pasar tiempo juntos. Nos reimos, hablamos de pequeñas cosas, nos acompañamos... Y notamos que a veces nuestros amigos eligen otro tipo de actividades porque no disfrutan de estar tanto tiempo a solas uno con otro. A nosotros nos encanta viajar a estar tipo de lugares tan remotos, pero ellos prefieren ir al cine, o a shoppings. Nos llama la atención eso. Pero no sucede así con nosotros, por suerte."

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Cuando eran jóvenes e iban a la escuela, habian tenido una pequeña historia de amor. Pero tenian a penas 14 años y todavía faltaba que pasaran muchas cosas en la vida de ambos. Se separaron al poco tiempo y no se volvieron a cruzar. La secundaria a la que iban era enorme y eso ayudó a que sus historias ocurrieran por separado los siguientes 7 años. Adam tuvo otra pareja y viajó fuera de la ciudad mucho tiempo.
Un día, a sus 22 años entra a un bar con un amigo. Sentada en una mesa con un chico, se encuentra a la que parecía ser su primera novia. Sorprendido ante las casualidades de la vida y también un poco shockeado por su despampanante imágen, no logra creer que ella realmente es Kat. Su amigo lo empuja y lo obliga a que se acerque a la mesa. Por suerte su compañero era grandote, cosa que ayudó a que Adam se animara a interrumpir la cita.

-Hola, te acordás de mi?
-Adam! Si claro que me acuerdo...
-Estás hermosa. Qué lindo verte de nuevo. No querés que tomemos algo?
-Es un poco incómodo esto. No te das cuenta de que estoy en el medio de una cita?

Se acerca el amigo tamaño gorila a ofrecer soporte técnico. Adam toma más coraje y, dirigiéndose a la persona que estaba cenando con su ex novia, lo desafía:

-Por qué no vas a comprarnos una cerveza a nosotros y después te vas?

-Adam por favor! no seas grosero!
-Bueno, terminá tu cita con él ahora, decile que se vaya, y venite conmigo.
-No.
-Bueno, entonces seguí tu cita con él, dejalo que después te lleve a tu casa, y cuando llegues llamame que te paso a buscar.
-...

Y efectivamente así sucedió. Estuvieron charlando y andando en auto toda la noche. Después de eso nunca se separaron. 25 años después los conozco risueños y divertidos en el cordón montañoso remoto de patagonia donde yo trabajo.

Se quedaron 3 días. Caminamos y charlamos y charlamos y caminamos. Me mostraron fotos de su casa y de los juguetes que Adam había diseñado a lo largo de su vida. La mayoría los había vendido a Italia y algunos otros países. Me integraron a su familia por esos días y claramente la experiencia fue tan satisfactoria para ellos como para mí.

Un día, luego de estar horas hablando sobre la magia de la naturaleza y de lo que transforma a las personas, Katherine me dice "deberías escribirlo todo".

Y por suerte le hice caso.