martes, 26 de abril de 2016

Amor, viajes y naturaleza – PARTE 2: La historia de Carlos y Claudia


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La vista desde donde estábamos...

(Los nombres fueron modificados para mantener la privacidad de los protagonistas)
 
Carlos estaba en Singapur cuando la magia empezó. Todavía no sabía muy bien de qué se trataba, pero pronto lo iba a descubrir.

El perfil que emana, su voz, su expresión y su porte te dan a pensar que es artista plástico o maestro de primaria. Para mi sorpresa, pronto me voy a enterar que desde hace muchos años tiene su empresa dedicada al asesoramiento financiero. Esta es la razón de su viaje al otro lado del globo (vale la pena aclarar que él vivió toda su vida en un pueblito cerca de Buenos Aires).


En este momento de su viaje se encuentra con una argentina que, si bien estaba trabajando para el hacía un tiempo, nunca se habían visto. Conocida ella por ser preguntona y curiosa, direccionó todas sus balas hacia un ámbito más personal que laboral.


–¿Y cual es tu historia? ¿Y como empezaste tu empresa? ¿Y de donde venis?


Claudio se entrega sin esfuerzo a relatar la historia de su vida.

–Yo era joven y estaba estudiando en la universidad. No era el que mas confianza demostraba en sí mismo ni el que tenía el perfil mas convencional para esta área, pero por algun motivo un profesor vió algo en mí y decidió adoptarme como su protegido. Gracias a él, que fue mi mentor y padre sustituto durante muchos años, yo aprendí todo lo que sé sobre finanzas. Y gracias él es que yo abrí mi propia empresa. El me decía que yo tenía algo muy positivo, que inspiraba confianza en la gente y que eso era bueno, que tenía que acercarme más a las personas... Muchos años después me enteré que murió. Pero yo siempre lo voy a recordar con cariño y admiración. Gracias a el yo soy lo que soy y pude construir esto.

–¿Te puedo preguntar a qué universidad fuiste?

–Sí, sí... fuí a la Di Tella.

Su interlocutora de repente se despabila del romanticismo en el que el relato la había sumergido, y un interrogante se le dispara en la mente.

–¡¿Cómo se llamaba este profesor!? ¡¿De casualidad no tenia el apellido Santos Molina, o sí!?
–¡¡Exactamente!! ¿Lo conociste?
–Era el padre de mi mejor amiga. Ella se llama Claudia, y si bien el murió a sus 17 años, siguió sus mismos pasos. Sí, definitivamente tiene que ser él, porque era profesor de finanzas de la misma universidad. ¿A vos te molestaría que yo le pase tu mail a ella? Siempre está tratando de contactarse con amigos de su papá, con gente que lo haya conocido o trabajado con él, porque era muy bueno en lo que hacía y a ella le ayuda a mantenerse cerca de el.
–No por favor, ningun problema... con gusto le contaría todo lo q viví con él y sobre la gran persona que fue.

*

Semanas más tarde Claudia le escribe y acuerdan encontrarse en un bar en Palermo. El lleva las fotos de sus hijos y ella, muchas ganas de conversar.

Seis horas más tarde se despiden con poquita conciencia de lo que había pasado, de la energía inexplicable que los había acercado. Ella recuerda pensar "ojalá que no me lleve más de 15 años", sin saber que a sus 30, el cumplía 45.

*

La primera vez que los ví ella estaba durmiendo en un sillón sobre las piernas de él, mientras que él leía. Irradiaban tanta paz... 

Siempre me llama la atención el tipo de parejas que vienen a este lugar. Suelen estar muy asentadas, muy serenas y equilibradas. Parece mentira que sea posible llevarse tan bien después de tantos años juntos.


Diez años pasaron para ellos. No tienen hijos pero comparten una vida felíz y equilibrada llena de ejercicio, compañerismo, cocina sana, viajes y amor.


Parece que algunas parejas pueden haber sido arregladas por ángeles.

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