Todas las fotos son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
No
me lo esperaba pero Villa La Angostura me enamoró. Debe ser que es
la primera vez que vengo sola. Es un lugar ideal para perderse,
porque es tan chiquito que siempre te vas a encontrar en algún lugar
hermoso. Antes había estado unas 3 veces si no me acuerdo mal, pero
siempre con muchas otras personas, o inserta en algún tipo de ritmo
que me llevaba tras actividades o personas y que hacían que no
pudiera parar a tomar consciencia real de YO en este lugar. Cómo
te sentís, cómo es el aire del lugar, si te dan ganas de caminarlo
todo o no, que sensación te da la gente, cómo es la parte del lugar
que no cuenta con atractivos turísticos o comerciales (cómo es la
verdad tras el maquillaje?), etc...
La Angostura me gustó esta vez. Quizás yo estaba en un espacio
diferente y me dejé abrazar por ella.
Si
sos un/a caminante profesional de alma, como yo, que si no recorro un
lugar caminando CADA recoveco, es como si no hubiese estado, La
Angostura es para vos. Acá la naturaleza está integrada al pueblo,
y no hace falta tomarse un colectivo de ningún tipo para llegar a
algún lugar de sueño y testear su agua, oler su aire, saltar sus
piedras, sambullirte en su agua, o acostarte en sus muelles.
Todas las fotos son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
Ahora
hay viento y está por llover. Es 7 de febrero de 2015. Segundo día
acá. Vine el 5 a estar en la feria de los Jardines, con una amiga
diseñadora que vende productos de estampados a sublimación con su
personajito, una nena muy tierna que se llama Rupa. Hacía muchos
años que no nos veíamos, pero por algún motivo su personaje tiene
un espíritu parecido al de Sutilda. Me gustó que podamos ayudarnos
y ya que ella no podía dejar de trabajar en su local en Bariloche
por estos 4 días, fue útil mi presencia acá. De paso, estampamos
algunas cosas de Sutilda y ví a mi pequeña rebelde materializarse y
pasar a tener volúmen. Hicimos fundas de celulares, de tablets, de
net y notebooks, cartucheras, portacosméticos, postales, etc. La
respuesta de la gente fue increíble. A todos les gustaba lo que
veían y querían acercarse a mirar. Aunque no se llevaran nada,
todos aunque sea un comentario amable nos hacían. Muchos se quedaban
charlando, leyendo las frases de los dibujos, preguntándonos cómo
lo hacíamos, e incluso intercambiando tarjetas personales por
futuros proyectos de trabajo. Para mí pasar estos 3 días en La
Angostura, teniendo libre para recorrer la villa durante casi todo el
día hasta las 4 de la tarde, y después irme a armar el puesto de la
feria, fue el equilibrio ideal entre relajarse y ser productivo. No
digo que no sea cansador estar 8 o 9 horas en el puesto, pero a
grandes rasgos la experiencia total fue muy beneficiosa en mil
aspectos.
Todas las fotos son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
Volviendo
al presente, les cuento que ahora estoy en el Río Correntoso. Hay
viento y está por llover. Me hice esta caminatita de 4 kilómetros
por la bicisenda de la Avenida de los Siete Lagos, y después me metí
por una bajadita de un camping al Nahuel Huapi. Estaba muy tranquilo,
casi no había gente. Toda la costa es enorme, y me encantó
caminarla. Al final, lo ví: un muelle enclenque y solitario. Como estoy
por tener un Máster en Apreciación Meditativa de Muelles, Piedras y Lagos, esto es un festín. Descubrí que si te acostás abarcando todo el
ancho del muelle, justo en el borde, y mirás para el costado (hacia
el agua) tenés un panorama del horizonte que te juro nunca viste.
Ves las montañas con esos colores tan espesos de los días nublados,
el agua entre verde y azúl, las piedras con todas esas variantes de
claroscuros que sobran para enamorar a cualquiera, y ahí, si te
relajás, si permanecés, todo SUCEDE. La naturaleza te abraza. Te
viene desde adentro una emoción super expansiva que te hace sentir
agradecido, cuidado, vivo.
Todas las fotos son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
Yo
soy muy curiosa, y siempre quiero ver qué hay más allá. Si voy a
la playa, no me puedo sentar a penas llego. Tal vez me siento dos
minutos, pero termino parándome y caminando para los costados, a ver
hasta dónde puedo llegar por las piedras o por el bosque que rodea
todo. Mi forma de disfrutar de un lugar ES caminándolo. Acá en La
Angostura salí a correr el primer día que me desperté. Corrí 3
kilómetros hasta el puerto, y después 3 kilómetros de vuelta. Como
disfruté muchísimo correr en las subidas y bajadas, y me cansé
menos que de costumbre, deduje que el lugar me cae muy en gracia.
Debe ser su aire, su distribución, su gente, no se qué, pero me
recibió con mucho amor y no encontré limitaciones para hacer las
cosas más básicas que necesito para mantenerme felíz y saludable
(correr, hacer yoga, tener algún lugar con agua y paisaje abierto
cerca, y verdulería no muy cara). Pude hacer todas esas cosas en
total armonía. Cuando uno puede desplegar sus pequeñas rutinitas y
manejarse libre por un lugar, todo fluye a la perfección.
www.facebook.com/Sutilda |
Bueno,
volvamos a lo que les estaba contando. Ayer después de ir y volver
corriendo al puerto, volví caminando ya más tranquila y con un
poquito más de tiempo, al mismo muelle en la Playa Brava. El sol
seguía radiante y había poco viento. Me acosté en el muelle en mi
recientemente descubierta posición perfecta de meditación, y entré
en un estado de expansión como un caballo. Para donde sea que
mirara, todo era hermoso y la temperatura era perfecta. Me vino un
agradecimiento enorme, y fué muy real y concreta la sensación de
que el universo me ama. No te rías. Sentía amor viniendo desde
todos lados, era muy real!. Después me paré y empecé a caminar
lago adentro. El agua estaba totalmente planchada y se veía el fondo
de arena y piedras nítido. Empecé a caminar despacito, porque el
agua estaba fría. Sólo por curiosidad y por instinto, seguí
caminando hacia adentro. Llegué unos 100 metros y el agua me llegaba
a penas al ombligo. El sol pegaba suave en la espalda. Caminé por un
largo rato por el agua. Miraba abajo, adelante, al costado, atrás, y
estaba metida dentro de una postal. Quería inhalar todo eso tan
perfecto. Un rato pasó y empecé a salir. Agarré mi ropa, que había
quedado en el muelle y empecé a caminar para los costados. Cada
tanto veía que salía gente de los costados de la playa, así que
quise ver hacia dónde me llevaba ese camino entre las piedras. Lago
abierto. Más soledad. Más piedras. Más frescura en el agua. Otro
muelle solitario. Me senté a meditar, y me fuí a otra dimensión.
Un rato después volví, pero era como si siguiera en ese estado. La
naturaleza y la soledad me hacía prolongar la paz y traerla a la
realidad del mundo concreto.
Normalmente
uno en la ciudad está resistiendo todo, todo el tiempo. El calor, el
frío, la gente, los olores, los ruidos, las muchedumbres... Uno
quiere tener su casa bien equipada con todas las comodidades que le
permitan aislarse del aire, la gente, y la atmósfera natural que hay
allá afuera. Termina dándonos rechazo hasta salir a una plaza y
sentarnos en el pasto, y ponemos algo para no tocarlo. A mi también
me pasa esto en Bs As. En mi casa sufro mucho el calor, pero hay algo
acerca del aire acondicionado que no me termina de cerrar como estilo
de vida. Yo no quiero tener que vivir en una cápsula espacial
aislada del aire natural. Me da claustrofobia. Quiero abrir las
ventanas y expandirme.
Todas las fotos e ilustraciones son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
Ayer
en el muelle todo me abrazaba y la sensación era gigante. Yo era el
cielo. Yo era el sol. Yo era el agua, la arena, las piedras, el aire,
y las montañas. Sentí que mi existencia es como una hoja en el
viento, que todo está finamente ordenado por la naturaleza y que no
hay error. Soy parte de algo más grande, y voy a ir a parar
exactamente donde deba estar. No hace falta que sepa, conozca,
controle, decida y prevea cada paso o dirección que toma mi vida.
Todo esto de querer torcer siempre para DONDE YO QUIERO el curso de
la vida, es muy cansador. Siempre estoy queriendo que ocurran ciertas
cosas, o que dejen de ocurrir ciertas otras. Hubiera querido que X
persona me llame? Sí. Hubiera querido gastar menos plata en
alojamiento? Sí. Hubiera querido vender más productos de Sutilda?
Sí. Hubiera querido hacer los Siete Lagos en bici? Sí. Pero nada de
eso ocurrió y todo está bien igual. Tal vez la acción mágica del
viaje quiere llevarme para otro lado distinto al que yo había
previsto, y dejar que esto ocurra sin estar luchando todo el tiempo
con la realidad, es parte de las premisas de este viaje experimental.
Aunque algunas cosas no me gusten en el momento, o prefiera otras, es
cierto que IGUAL siento que por debajo de todos estos “éxitos” o
“fracasos”, nada está ni bien ni mal y hay un orden subyacente
que atraviesa todo.
Todas las fotos son de Débora Grossoni (www.facebook.com/DeboraGrossoniDiseno) |
Si
te buscás un lugar cerca de la naturaleza para vivir o para viajar
cada tanto, sea un lago, una montaña, una playa, un caballo, un sol,
una arena, siempre vas a terminar recordando que todo en este
universo te ama y te cuida. Nadie quiere sacarte nada. No hace falta
que estés con la guardia en alto, defensivo o desconfiando de todos.
Aunque no lo veas, aunque te lo olvides o dejes de escucharlo, esa
corriente natural de la vida, ese océano de amor, siempre está ahí
llevándote. Si te relajás, si te hacés liviano/a, hasta podés
hacer la plancha y acostarte en él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentá abiertamente eligiendo abajo en Comentar Como, la opción "nombre/URL" y si querés poné la dir de tu pag en URL, o dejalo vacío. Tus comentarios y opiniones me ayudan a mejorar este blog :)