Generalmente
queremos fórmulas mágicas para tener ideas brillantes. Apuntamos a
medir nuestro éxito como creativos en función de los resultados
obtenidos. Lamentablemente para hablar de creatividad tenemos que
enamorarnos del camino y de todas las circunstancias al rededor de
ella.
Imaginate
a la creatividad como un aspecto muy poderoso pero MUY delicado de tu
propio ser. Personificalo. Dibujalo. Puede ser un nene chiquito y
juguetón, inocente, soñador, con MUCHO entusiasmo y liviandad (leer El Camino del Artista, de Julia Cameron), o puede ser un genio como
el de la lámpara de Aladino (ver conferencia TED de Elizabeth Gilbert “El Genio de la Creatividad”). Como sea que te lo
imagines, dibujalo y tenelo presente. Pegalo en tu lugar de trabajo.
Imaginate sus expresiones y reacciones. Acordate de que es muy
sensible y necesita tu apoyo.
Ahora
bien, cómo imaginás que el potencial de ese niño va a
desarrollarse mejor? Tratándolo con amabilidad, o tratándolo con
hostilidad?
Normalmente
nosotros, adultos eficientes con necesidad de resultados altos en
poco tiempo, nos volvemos un poco filosos cuando tratamos con nuestro
ser creativo. Le demandamos demasiado y juzgamos todo lo que hace.
Nos convertimos en directores de cine profesionales juzgando la
audición de un niño. Por este motivo es que es importante generar
un ambiente y entorno más lúdico y libre para que ese niño se
sienta seguro, y no explotado por una mafia que lo único que quiere
es “extraerle el petroleo”.
1. Empecemos por el ambiente físico de
trabajo: Nos pasamos la mayor
parte del día en un ambiente donde no hay aire natural, ni ventanas
abiertas, ni naturaleza, ni elementos lúdicos o de esparcimiento. Se
parece más a una cárcel que a una plaza de juegos. En las oficinas
convencionales hay luces blancas muy intensas, aire acondicionado,
sillas no ergonómicas, escritorios delimitados por paredes a veces
oscuras, espacios cubiculares, y una sensación subyacente de juicio
y evaluación de parte de nuestros jefes que nos recuerda la amenaza
de ser descartados de un momento a otro si nuestro rendimiento no es
suficiente a los ojos del “Gran Hermano”. Es como pedirle a una
semilla que florezca en una caja de zapatos. No le proponemos las
condiciones necesarias para que surja y encima nos enojamos porque no
nos da lo que esperamos. Esto es maltrato y opresión. Pensá si te
gustaría que ningún niño del mundo (o ser humano de cualquier
edad) sea tratado de esta manera.
Si
empezamos a generar pequeños cambios para nosotros mismos que
provengan desde un espacio de más amabilidad y generosidad, vamos a
empezar a ver que nuestro niño mágico asoma de a poco y empieza a
animarse a jugar frente a nuestras narices.
Si
trabajás por tu cuenta podés salir a un café, o a una librería, o
a una plaza. Si trabajás en relación de dependencia podés llevar
auriculares y música que te transporte a algún lugar ameno o
relajante. Podés llevar dibujos o cuadritos y apoyarlos en las
paredes. O incluso podés poner alguna escencia aromática. Llevá
hojas y lápices y permitite bocetar a mano haciendo un trabajo más
experimental, antes de sentarte a diseñar en Illustrator o
Photoshop. Si es posible sugiero cambiar cada tanto el punto de vista
o el lugar donde te sentás. Tal vez un día quedes mirando a una
pared, pero tal vez otro quedes mirando a algun lugar abierto, o a
otras personas. Y en ese juego de alternar la percepción vas a ir
descubriendo qué cosas te inspiran o funcionan. Y de seguro al menos
vas a generar un movimiento interno muy útil a la hora de crear
nuevas conexiones neuronales.
En
mi casa, donde escribo, dibujo y trabajo en general, tengo un living
con una mesa, dos sofás, y un escritorio. Depende del día o la
temporada, depende la temperatura ambiental o la luz que entre por la
ventana, voy buscando diferentes lugares. El escritorio apunta a la
ventana, a través de la que veo un árbol verde lleno de hojas y
algunas florcitas violetas y pajaritos. La mesa tiene 3 sillas. Una
apunta al resto del espacio abierto del living y a mi perra cuando
duerme en su cucha (mi sillón), otra apunta a una pared amarilla con
un cuadro que pintó mi mamá, y otra apunta a la puerta. A veces
también me gusta sentarme a bocetar en el sillón.
Buscá
alternar tu espacio de trabajo e ir ajustándolo a tus gustos según
vos mismo te vayas descubriendo. Poné cosas lindas, elementos bellos
que te inspiren y que tengan que ver con vos, flores, escencias,
colores, y mantené un grado de orden y limpieza que si bien no
recomiendo sea de foto de arquitectura minimalista, tampoco
recomiendo sea un caos total.
Importantísimo
que tengas ventanas, luz y oxígeno NATURAL. No subestimes el efecto
del oxígeno. Acordate de que es el alimento de tus neuronas y sin
aire natural y limpio, todas las toxinas que respirás las volvés a
inhalar, llenándote de basura y pensamientos viciados, intoxicando
los sistemas de tu organismo.
2. Espacio interno
y vínculos: Hay una
equivalencia más grande de la que uno se imagina entre cómo nos
relacionamos con las personas y cómo nos relacionamos con nosotros
mismos. Es decir, las relaciones de las cuales somos parte ya sea en
nuestro entorno afectivo o laboral, reflejan el tipo de relación que
nosotros tenemos y aceptamos íntimamente con nuestro ser. Somos
demasiado exigentes y prejuiciosos con nosotros mismos? Somos
altamente competitivos? Nos censuramos? O somos amables y confiamos?
Más allá de ser un tema que puede catapultarnos hacia una serie de
preguntas de autodescubrimiento y desarrollo personal, mi intención
en este caso es que puedas dirigirlas hacia tu ser creativo.
En
las relaciones humanas es necesario dar espacio, aceptación total y
respeto para que el otro pueda desplegarse. Tu niño creativo
necesita que lo ayudes y le des permiso para jugar y divertirse, para
experimentar, y que le demuestres que lo aceptás y querés más allá
de los resultados vendibles que logres con él.
Es
importante no esperar de él productos brillantes, no censurar ideas
antes de que surjan, no convertirse en el peor crítico destructivo
de sí mismo. La tarea de este niño mágico no es llevarte a la cima
del universo y él no tiene idea de éxito social, de finanzas, de
jerarquía laboral. Él solo quiere jugar y disfrutar. Y si percibe
que lo querés exprimir para sacar de él sólo lo que te conviene,
no va a querer salir a hacer lo suyo.
Haciendo
consciente este tipo de relaciones con nosotros mismos y con otros,
es que podemos redirigir nuestra energía y nuestras decisiones hacia
hábitos más saludables y humanos. Podemos notar nuestras tendencias
cuando surgen y tratar de ser más amables.
En
el proceso de desarrollar relaciones más sanas con nosotros mismos,
también estaremos cooperando a una sociedad más generosa y abierta
en donde las relaciones no sean transacciones por conveniencia y
posesividad, donde las personas no compitan por lograr jerarquías en
pirámides verticalistas, sino donde se vaya contagiando el bienestar
y la inspiración.
En
síntesis, para ser más creativo empezá a hacer que la relación
con tu niño mágico interno sea más sana y armoniosa. Lográ que se
sienta aceptado y querido más allá de los resultados. Dale tiempo
de esparcimiento y experimentación. Dejalo que despliegue su
curiosidad. Alimentá sus ganas de viajar y conocer. Cuidalo y
defendelo de tu propio juicio y del de los demás. Es una semillita y
necesita cuidados para brotar. No lo fuerces; solo creá las
condiciones amorosas para que él sólo se anime a salir. Lo único
que vos podes hacer mientras tanto es crear un ambiente ameno dentro
tuyo y a tu alrededor.
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