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Es común escuchar
conversaciones entre diseñadores en donde se habla del cliente como
un demonio caprichoso que por algun misterio no acepta ciegamente
aquello que nosotros le proponemos. Tenemos charlas divertidas en
donde nos contamos nuestras peores anécdotas, los pedidos más
irrisorios, e incluso hacemos ilustraciones cómicas en donde
personificamos al peor cliente del mundo como una especie de monstruo
despiadado que fue engendrado en laboratorio especialmente para
arruinarnos la vida.
Todo esto sirve
para hacer catárisis, nos hace pasar momentos divertidos y alivimos
la tensión que implica ser independiente, pero sobre todo, nos sirve
como disparador para compartir herramientas para surfear con maestría
la compleja tarea de relacionarse laboralmente con seres humanos.
Exagerar con este tema desde el punto de vista incorrecto puede ser
peligroso. Nunca te pongas en víctima. Más bien tratá de encontrar
formas de manejarte con sabiduría y de disfrutar también de esta
parte tan importante de nuestro trabajo, que es la interacción
humana.
I.E.S. - Mi
fórmula para ofrecer un servicio integral como diseñadora gráfica
freelance
Todos sabemos que
no existe el profesional capaz de llevarse de 10 con todos los
clientes que se le presenten. Incluso estoy yo acá hablando de esto,
y me pregunto qué me habilita a hacerlo si yo misma he tenido
algunas relaciones laborales que no fluyeron o en donde no logramos
entendernos. Pero tal vez la clave es aprender, o al menos tener la
intención de estar ahí para el otro.
Si el trabajo que ofrecés viene desde un lugar interno de querer ayudar al otro, de solucionarle un problema, o de compartirle algo que vos sabés que le puede ser útil, entonces el resultado medible puede ser bueno o malo pero la experiencia siempre va a ser enriquecedora.
I - Informar
Informar tiene que
ver con plantear las reglas del juego. Cuanto mas claro seas en este
punto, menos problemas vas a tener después, o en situaciones menos
confusas e incómodas te vas a ver envuelto. En este momento, que
normalmente es cuando alguien me pide un presupuesto y se decide a
trabajar conmigo, yo me aseguro de que la persona entienda cual va a
ser mi rol en el proceso, qué cosas puedo hacer, y de qué manera o
bajo qué parámetros funciono. Indirectamente también le estoy
marcando qué cosas NO hago, pero no es bueno hablar de esto, sino
hacer hincapié en lo que sí hago.
Por ejemplo:
“Buenísimo que
estés embarcándote en este proyecto, Pepe. Yo definitivamente puedo
ayudarte a bajar a tierra tu imagen gráfica. Me encantaría que
trabajemos juntos. Pensá en mí como un traductor. Si nos juntamos a
charlar un rato yo voy a tener una idea más clara de quién sos y de
cual es tu mensaje, y eso hace que el trabajo fluya más
acertadamente desde el comienzo. Pero voy a necesitar que estemos
comunicados, y que cuando yo te mande las propuestas, las mires con
una mente abierta, dejes que se asiente, y que un día después me
cuentes tus sensaciones. Te parece? Es un trabajo en equipo. Digamos
que yo voy a crear un estilo a tu medida, pero si no te sentís
representado desde la propuesta nro 1 que te envío, no te preocupes
que es un proceso y al final vamos a encontrar tu propio lenguaje”
Este es un ejemplo
de las cosas que intento transmitir acerca de mi forma de trabajar en
una primera o segunda charla con el cliente. Los aspectos más duros
como costo, cantidad de correcciones contempladas, o extensión
máxima del proceso de trabajo lo escribo en un pdf cuando le mando
el presupuesto. De esta manera quedo cubierta y me aseguro el mínimo
de malentendidos posible. Por supuesto tampoco des un discurso
hermético desembuchándo todas tus cláusulas de entrada, sino es
como poner un alambre de púa electrificado que ahuyenta a la gente.
E – Educar
Esta es la parte
más interesante. Cuando vos te pasaste 2 horas seleccionando una
paleta de colores que considerás ideal para su marca, unas 4 horas
creando un iso perfectamente estable, armonioso y geométricamente
construído, y 3 horas creando una interpolación de tipografías que
si no cambia el mundo le pega en el poste, aún así, a veces vas a
recibir una devolución como la siguiente:
“la verdad el
naranja como que no me gusta mucho, podemos ponerle azul? O verde? Y
esa letra me parece muy aburrida, podemos usar una más gruesa y
fuerte? Y el dibujito del costado me parece lindo pero es muy simple,
te puedo pasar una web de un anuncio de la competencia que tiene un
personaje más llamativo?”
Paciencia.
Respirá. Dejá pasar un par de horas antes de contestar el mail.
Buscá tu lugar felíz. Y cuando te hayas enfriado, de igual modo que
si fuese un amigo querido y cercano, al cual deseás profundamente
que le vaya bien en su emprendimiento, le contestás de una manera
humilde pero contundente. Que se entienda que hay conocimiento de
fondo que apuntala y justifica cada una de tus decisiones gráficas.
Que quede claro que sos un especialista en comunicación visual y que
no tomás tus decisiones al azar por gusto personal, y que, si bien
entendés su pedido, tu recomendación profesional es que no use el
verde o azul, ni el personajito de su competencia, ni la fuente Comic
Sans. Empezá la frase con un “sí”, aunque después le termines
diciendo que no.
Por ejemplo:
“Sí, Pepe, es
posible usar el color azul, aunque en este caso no lo recomiendo
porque da una sensación de algo formal y estructurado que no es lo
que queremos transmitir. El color naranja es el que se asocia a la
creatividad, a la energía, al dinamismo, a la acción, y le daría
una connotación más alegre a tu empresa. En cuanto a la fuente
Comic Sans, si bien se está usando mucho, es algo desprolija y no le
daría a tu empresa una percepción sólida ni profesional, sino más
bien de poco seria”.
Recordá que el
cliente no sabe bien qué hacés, no tiene idea que estudiaste por 4
años (más todos los años de experiencia en el campo que tenés)
todas las leyes de alfabeticidad visual y percepción en cuanto a
forma y color. Si vos encontrás la manera de asesorarlo y de ganarte
su confianza, va a estar más que abierto y felíz de que vos lo
ayudes a solucionar su problema. Si vos no decís nada y simplemente
te quejás, él no va a saber que vos tenés un fundamento. Aún así,
si vos lo asesorás varias veces y le comentás todas las
posibilidades que se abren con una imagen profesionalmente diseñada,
y él sigue queriendo lo que él quiere, ahí vos tenés la opción
de cerrar el trabajo sin involucrarte demasiado, y darle el gusto de
poner el color azul donde para vos iba naranja, o de retirarte. Uno
puede presentar todas las herramientas que tiene, pero también está
en el otro hasta dónde está dispuesto a tomarlas. Hagas lo que
hagas, mantené tu mente en paz y evitá juzgar. Recordá que vos
tampoco querés elegir siempre el mejor pantalón del mercado, a
veces sólo querés un pantalón barato de manera inmediata. Muchas
veces no querés ir a un Shopping a las grandes tiendas, porque con
ir a Once o a Flores también fuiste felíz, aunque la experiencia de
compra y la calidad del producto adquirido hayan sido diametralmente
opuestas. Todo es válido. Sólo recordá que a futuro podés elegir
el tipo de cliente con quien querés trabajar.
S – Solucionar
Asegurate de no
sólo conformarte con obtener tu pago por el trabajo, sino de
realmente haber solucionado un problema de comunicación. No pares de
informarte, de aprender, de buscar nuevos recursos y herramientas, de
obtener lo que necesites para ofrecer soluciones óptimas en tu
campo. Buscá mejorar día a día la calidad de tu trabajo y de
desarrollar formas de medir esos resultados. Que tus clientes previos
te cuenten sobre el feedback que recibieron al lanzar su nueva
imagen, y que comenten si es posible cómo se sintieron con todo el
proceso al trabajar con vos. Vos también te vas a dar cuenta cuando
éstos clientes vuelvan, o cuando te digan “no quiero trabajar con
otro diseñador que no seas vos”. De una pequeña y humilde manera,
los diseñadores gráficos también podemos mejorar la vida de las
personas. Buscá ofrecer soluciones integrales, tanto desde tu
servicio, como desde el producto que realices.
***Un bonus extra: A
– Aprender
Hace poco dí una
charla en la UP en el Encuentro Latinoamericano de Diseño, y conté
algo que fue muy gratificante: el cliente tenía razón en cuanto a
los colores elegidos. Estaba haciendo una web, y la selección de
colores no estaba fluyendo tan bien como todo lo demás. Yo lo
presentaba sin estar 100% convencida, y aunque teóricamente
funcionaba, no estaba casada con mi elección. Por supuesto (como
pasa a menudo), el cliente fue lo primero que me observó: “podemos
probar un azul más oscuro junto con ese otro verde que me mostraste
antes?”. Yo pensé y dije automáticamente: “podemos, pero va a
quedar todo muy oscuro y excesivamente formal, pero si realmente lo
querés, te lo puedo mostrar y después vos decidís”. Qué pasó?
Que tenía razón y quedó excelente.
A veces el cliente
no es un caprichoso que pide todo porque sí solamente para hacernos
la vida más difícil. A veces realmente tiene un punto. Y cuanto más
nos resistamos nosotros a tomar e incorporar sus pedidos, y tratar de
hacerlos funcionar, nunca vamos a aprender.
Todo el tiempo
sabé que de todos podés aprender. Esto va a hacer tu vida y tu
trabajo más enriquecedor y fructífero.
***
Hasta acá llega
el post de hoy. Estuve sin escribir por un par de semanas por
diversos motivos personales, pero acá está este post que estuve
amasando adentro y espero que te sea útil. No dejes de escribirme
acá abajo en los comentarios qué te pareció, o por mail a
deboragrossoni@gmail.com
y si tenés algún otro tip para aceitar la relación con tus
clientes, también compartilo.
Saludos y buen
jueves!
Deb
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