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Glaciar Vespignani - Lago del Desierto - Marzo 2016 | |
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Él
es alto, gordito, tranquilo,
con mirada tierna y sonrisa casi permanente. Ella, eléctrica y velóz
tanto para pensar y hablar, como para caminar. Casi da gracia saber que
la mayoría del tiempo ella lo está empujando para salir a hacer
ejercicio mientras que el 50% de las veces el se niega. Para ella,
gastar energía física es casi un imperativo porque la ayuda a descansar
mejor. El, en cambio, está siempre en paz, por default, y no necesita
exprimirse el día con actividades. El contraste es un show cómico de
ver.
A penas nos conocimos empezamos a hablar e
inmediatamente conectamos. Y cuando me enteré de que él es inventor de
juguetes, automáticamente lo adopté en secreto. "Debe ser mi papá cósmico" -pienso.
Hablamos
mucho de la vida,
de los viajes, la profesión, la vocación, la felicidad... Adam me cuenta
que
su hija tiene mi misma edad (31 años) y que está en un proceso de
decidir cómo
combinar su pasión -la cocina- con un emprendimiento que le rinda a
nivel financiero. Dice que pasó por trabajar largas horas siendo infeliz
en un trabajo muy bien pago, y por ser pobre con un
emprendimiento que le daba inmensa satisfacción personal. De ambos
extremos se cansó y ahora está viendo cómo organiza
su vida. El dilema se me hace familiar...
En la misma
línea, le cuento que yo amo diseñar e ilustrar, pero que
no me puedo pasar la vida detrás de un monitor 9 horas por día, ni
encerrada en una oficina con aire acondicionado. Le explico que en
Argentina es muy normal tener varias aristas, como lo es
en mi caso ser instructora de yoga, además de diseñadora gráfica. Sumado
esto al detalle, por supuesto, de que en este momento ellos me están
conociendo como "guía de trekking" (la arista más jovencita y aún
conceptual de quien suscribe).
Y también me gusta viajar. Y conocer gente. Y lugares. Y culturas. Soy
una persona que ama trabajar con personas y todo lo que deviene de la
interacción.
El lo entiende y me sonríe. Empatiza con lo que le
cuento. En alguna parte de sí mismo -percibo- nada de esto le es ajeno.
Su mirada me indica que está profundamente conectado con lo que le
cuento. A modo de predicción y
bendición me dice: "los viajes más impresionantes, las mejores estrellas
están
aún por llegar a tu vida. Lo mejor te va a ocurrir. Lo sé."
Seguimos
caminando por dentro del bosque hacia el glaciar Vespignani. Las
personas tienen ritmos diferentes, y tu tarea como guía es
sincronizarlos (hasta cierto punto, claro está). Muchas veces recurrís a
contar datos curiosos del bosque, de los árboles, de la tierra, de la
historia del lugar. Esto es por un lado para que empiecen a conocer el
entorno y conecten con él; para que aprendan a apreciarlo. A veces es
una excusa para que emparejen los ritmos y vayan más lento sin perderse
de los detalles.
Casi siempre vas a tener que recurrir a tus
habilidades como persona y como ser social para lograr que todo el grupo
tenga una experiencia enriquecedora y profunda. He tenido que ser
psicóloga, gurú, profesora de yoga y meditación, nutricionista,
terapista de parejas, profesora de educación física, councelor, y muchas
cosas más. Parece tonto pero ser guía de trekking no solo se trata de
definir la velocidad de caminata y que todos te sigan, (o de saber datos
tecnicos del lugar) sino de descubrir qué cosas logran interesarlos
para establecer una energía que inspire y reúna a todo el grupo. El fin
para mi, es que todos se lleven una experiencia de amor, de conexión con
la naturaleza y con ellos mismos. NO solo que logren disfrutar de un
lindo paisaje, NO caerles simpatica yo, o que quemen calorías.
A
veces tenés que hablar más, otras menos. A veces directamente se
necesita silencio. A veces decidís acelerar la velocidad de caminata, y a
veces bajarla. A veces necesitás muchos chistes y una energía muy alta.
A veces necesitás no interrumpir a la persona porque YA está teniendo
su experiencia. Pero siempre definitivamente debés ser muy comprensivo y
sensible. Cada uno necesita algo distinto y a cada uno hay que hablarle
en su propio idioma. A veces, por ejemplo, hasta he tenido que pararme
de cabeza en el medio de una caminata (lo juro) para lograr que dos
personas salgan de su aceleración, prejuicio y competencia, y empiecen a
dejarse llevar. Usas la combinación de factores que crees que necesitas
para que cada uno se sienta cómodo y se deje atravesar por la
experiencia de la naturaleza prístina.
Como mucho, en este lugar de
la tierra en donde yo trabajaba, con media caminata (aproximadamente una
hora y media) ya bastaba para las personas se abrieran, confiaran en
vos, respetaran y agradecieran el lugar donde estaban y a la gente que
los rodeaba, y se predispusieran a vivir una experiencia profunda. Este
bosque es mágico y hace cosas mágicas en las personas.
Adam
y Katherine tenían ritmos muy distintos entre sí, pero no fue un
desafío muy grande el reunirlos en una caminata homogénea. Los dos son
muy sensibles y entre los tres se generó un clima de amistad casi de
entrada. Noté que se llevaban muy bien y eran supér compañeros a pesar
de ser TAN distintos. Uno no suele ver parejas en sus 50s tan afines,
respetuosos y amorosos uno con otro, aún en sus diferencias.
"A
nosotros nos encanta pasar tiempo juntos. Nos reimos, hablamos de
pequeñas cosas, nos acompañamos... Y notamos que a veces nuestros amigos
eligen otro tipo de actividades porque no disfrutan de estar tanto
tiempo a solas uno con otro. A nosotros nos encanta viajar a estar tipo
de lugares tan remotos, pero ellos prefieren ir al cine, o a shoppings.
Nos llama la atención eso. Pero no sucede así con nosotros, por suerte."
+++
Cuando
eran jóvenes e iban a la escuela, habian tenido una pequeña historia de
amor. Pero tenian a penas 14 años y todavía faltaba que pasaran muchas
cosas en la vida de ambos. Se separaron al poco tiempo y no se volvieron
a cruzar. La secundaria a la que iban era enorme y eso ayudó a que sus
historias ocurrieran por separado los siguientes 7 años. Adam tuvo otra
pareja y viajó fuera de la ciudad mucho tiempo.
Un día, a sus 22
años entra a un bar con un amigo. Sentada en una mesa con un chico, se
encuentra a la que parecía ser su primera novia. Sorprendido ante las
casualidades de la vida y también un poco shockeado por su despampanante
imágen, no logra creer que ella realmente es Kat. Su amigo lo empuja y
lo obliga a que se acerque a la mesa. Por suerte su compañero era
grandote, cosa que ayudó a que Adam se animara a interrumpir la cita.
-Hola, te acordás de mi?
-Adam! Si claro que me acuerdo...
-Estás hermosa. Qué lindo verte de nuevo. No querés que tomemos algo?
-Es un poco incómodo esto. No te das cuenta de que estoy en el medio de una cita?
Se
acerca el amigo tamaño gorila a ofrecer soporte técnico. Adam toma más
coraje y, dirigiéndose a la persona que estaba cenando con su ex novia,
lo desafía:
-Por qué no vas a comprarnos una cerveza a nosotros y después te vas?
-Adam por favor! no seas grosero!
-Bueno, terminá tu cita con él ahora, decile que se vaya, y venite conmigo.
-No.
-Bueno, entonces seguí tu cita con él, dejalo que después te lleve a tu casa, y cuando llegues llamame que te paso a buscar.
-...
Y
efectivamente así sucedió. Estuvieron charlando y andando en auto toda
la noche. Después de eso nunca se separaron. 25 años después los conozco
risueños y divertidos en el cordón montañoso remoto de patagonia donde
yo trabajo.
Se quedaron 3 días. Caminamos y charlamos
y charlamos y caminamos. Me mostraron fotos de su casa y de los
juguetes que Adam había diseñado a lo largo de su vida. La mayoría los
había vendido a Italia y algunos otros países. Me integraron a su
familia por esos días y claramente la experiencia fue tan satisfactoria
para ellos como para mí.
Un día, luego de estar horas hablando sobre la magia de la naturaleza y de lo que transforma a las personas, Katherine me dice "deberías escribirlo todo".
Y por suerte le hice caso.